domingo, 11 de junio de 2017

Obsesión

3 meses. Ese es el tiempo que llevo suspirando por un bolso. Uno en concreto, que por lo que dice la tienda online no se encuentra disponible en el almacén. Durante 3 meses, me he metido cada día en la web de la marca, a veces incluso varias veces al día, porque sinceramente, por mucho que haya apuntado mi email para que me avisen cuando vuelva a estar disponible, no me fío. Y dirás, es que igual no vuelve. Pues se supone que sí, porque en la misma página aparecen otros modelos con el cartel de "out of stock" pero este no lo tiene, pone que no está disponible. Y no, no voy a decir cuál es el bolso, porque si te gusta, igual tú vas a ser más rápida que yo y en cuanto vuelva, hacerte con él y dejarme a mí sin ese preciado botín. Esas cosas pasan y no quiero odiarte.

Pero no siempre mi amor ha sido obsesión. En cuando tuve el flechazo, decidí que esperaría hasta mi cumpleaños para hacerme con él, por aquel entonces faltaban unas seis semanas. Mientras tanto, fui enseñando su foto a todos mis amigos y familiares, y aunque alguna opinión discordante hubo, en general la aceptación fue muy buena. Tanto que hasta mi hermana preguntó en una comida, “¿Por qué las cosas que yo quiero comprar nunca os gustan y las de Maddalen siempre sí?” Ay amiga, a ti te habrán sacado en el street style del Primavera pero yo tengo style.

Otro de mis amores de ayer y de hoy, por ahora, inalcanzable Fuente

Aguanté dos semanas predicando mi amor a los cuatro vientos, hasta que decidí que el 24 de abril era una fecha demasiado lejana. Ya no aguantaba más. Tenía que aprovechar que por tercera vez en la historia, mi amor por un bolso se podía llevar a cabo aunque fuera con cierto apretón económico. Todo pintaba bonito, ya me veía paseando con él por las calles de Donosti. Pero no. Me metí en la página y en rojo aparecía la siniestra frase de “no está disponible en el almacén”. Corrí a Zalando, pero ya estaba agotado. Busqué tiendas varias por internet y nada, sólo una sospecha web que la ofrecía por una décima parte de su precio. Pensé en jugármela, pero creo que los años me están convirtiendo en una persona honrada. Hasta cuando fui a Madrid introduje El Corte Inglés de Serrano en mi itinerario y me acerqué a la dependienta con la foto como si de un perrito perdido se tratase. “En ese color no.”. Seguro que vio la desesperación en mis ojos y llamó al de la Castellana, pero por allí tampoco habían visto nada. “Si quieres te cojo el teléfono y te llamo si aparece algún día.” “No, déjalo, no soy de aquí.”. Ya me estoy arrepintiendo. Me tenía que haber agarrado a ese clavo ardiendo.

Y así sigo, en el muelle de San Blas, como con Fassbender en cada Zinemaldi (a él nunca le confesaré que le hago ojitos a Idris Elba).

¿Podría comprarme otro bolso? Sí, claro que podría, pero no sería lo mismo. Llegados a este punto, tengo serias dudas de que algún día lo tenga en mi vida pero la esperanza es lo último que se pierde. Con un poco de suerte, el tiempo apagará mi amor y si no, confirmaremos que tengo un toque desequilibrado. Podéis empezar a recitarme ese famoso poema que decía:

“Son las 5 en la mañana,

y yo no he dormido nada…”


Mad-dalen

1 comentario:

  1. Entiendo esas obsesiones y qué frustrante que no esté disponible cuando por fin te has decidido. ¡Quiero saber cuál es! Y la próxima lo encargas aquí y se va a por él y se te envía, hombre ya.
    besotes

    ResponderEliminar