domingo, 10 de enero de 2016

Baila para mí, Johnny

Estás viendo una película, de repente suena una canción y tú piensas quién habrá sido esa mente brillante que decidió que sonaría esa melodía en ese momento justo. A veces me preguntaré si no valoro más esos momentos musicales que los metrajes en sí. ¿Me gustaría tanto Pequeñas mentiras sin importancia si no tuviera ese plantel de canciones? Seguramente no. Porque no me emocionaría con el Fistful of Love de Antony and the Johnsons ni lloraría cuando Nina Simone versiona My Way. De la misma manera que siempre me parece juego sucio utilizar canciones de Bowie en las películas. Una película siempre parece mejor cuando está sonando Bowie.

El otro día en la tienda, pusimos la banda sonora de Dirty Dancing y a cada canción, comentábamos cuál era el momento exacto en el que suena. Como para olvidar qué baila Patrick Swayze en cada momento. En esa película no sé si son las canciones las que revalorizan los momentos o los momentos los que hacen que las canciones se nos graben en la mente. Por eso hoy, cuando estaba viendo Operación U.N.C.L.E. y ha empezado a sonar cierta canción en el momento que la maravillosa Alicia Vikander se ha puesto a hacer travesuras para rabiar un poco al serio Armie Hammer, mi mente ha volado hasta el torso de Johnny Castle, he vuelto a sentir envidia de Baby y he visto a Vikander y Hammer destilando sensualidad por todos los costados.

Porque quién necesita You can leave your hat on cuando tiene Cry to me.




Feliz semana.

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