domingo, 9 de agosto de 2015

Evaluando el rumbo

Qué edad más tonta esto de los 30.

Ayer, lo que otros años hubiera sido la planificación de una fiesta antológica, no eran más que peros y mínimo esfuerzo. De repente, un día te encuentras en medio de una verbena que te han arrebatado, porque hay canciones que todo el mundo parece saberse pero que tú crees no haber oído nunca. Sólo algunos greatest hits rememorando los 90 te hacen darlo todo por unos minutos.

Todavía ando descolocada en esto de la madurez, como si me estuviera tocado vivir una edad que no es la mía. O mejor dicho, como si me estuviera tocando vivir una edad en la que no sé si estoy actuando correctamente, con la misma sensación que tendría si me llevaran a una fiesta Austeniana. Puede que sea cosa mía, pero tengo la sensación de que últimamente la gente de mi alrededor está evaluando este primer tercio (vamos a ser generosos) que hemos vivido. Poniéndole nota a lo vivido y disfrutado hasta ahora, y planteando seriamente si esto era a lo que queríamos llegar o si nos hemos quedado cortos.

Por mi parte, lo del negocio propio ha sido un regalo sorpresa que me ha cambiado la vida, y a él le debo no sentirme tan perdida y descolocada en este batiburrillo de evaluaciones y calificaciones.

Esta semana terminé de leer Algún día este dolor te será útil de Peter Cameron, una novela que cuenta los pensamientos de un chico en su último verano preuniversitario y sin más remedio, yo me he visto de vuelta en 2003, y he viajado mentalmente por estos 12 años de manera aleatoria convenciéndome de que la vida esta llena de sorpresas. Que con las malas hay que tirar para adelante y que de la buenas hay que disfrutar con ganas y reticencia.

Así me pilló la película que vi el jueves, Before we go, con Chris Evans delante y detrás de las cámaras. Será que con la guardia bajada y en este bucle nostálgico infinito he perdido algo de perspectiva, pero me gustó mucho. Se me hizo una especie de Nick and Norah's infinite playlist para treintañeros y me sorprendió la delicadeza, sobre todo visual, que demuestra Evans para contar historias. Creo que se ha ganado un puesto en el top 3 de Actores que no pensaba que serían capaces de dirigir tan bien junto a Josh Radnor y Ben Affleck. Más aún después de que Joseph Gordon-Levitt demostrara con Don Jon que tampoco es tan fácil hacerlo.


Lo que sí es cierto es que no volvería a los 18. Por mucho que me entre cierta nostalgia de las verbenas y las interminables noches vividas, yo, conmigo misma, estoy mucho mejor ahora. Puede que por ahora, la solución sea seguir reviviendo aquellas noches entre anécdotas e risas, igual que nos apetece ver una y otra vez esa película que tanto nos gusta.


¡Besos!