lunes, 8 de diciembre de 2014

Sobre cuestionarlos la felicidad

El otro día, reparé en un cuaderno que hace unos años me regaló una muy buena amiga con una preciosa dedicatoria. En ella me decía que el cuaderno le había recordado a mí y me animaba a seguir escribiendo.


Decidí, que lo utilizaría para copiar a mano aquellas partes que más me gustaran de los libros que leyera, sabía que mi amiga estaría contenta con aquel uso. No sé si al final se lo comenté o si se estará enterando ahora con estas líneas.

La historia es que cuando vi el cuaderno en el estante hace unos días, me acordé que hacía mucho que no apuntaba nada allí, al principio por vagancia y después por puro olvido, y que tenía que retomar aquella costumbre. Es bonito volver a emocionarse con las mismas palabras que lo hicieron en su día.

Así, empecé a leer aquellos párrafos escritos hace tiempo y me encontré con uno del libro Los Recuerdos de David Foenkinos que no recordaba:

"En el fondo, así ocurrieron las cosas en el siglo XX: primero fue el nacimiento de la felicidad; en todo caso, el derecho a la felicidad y el acceso al ocio y a las vacaciones pagadas. Eso era en la década de 1930, cuando el Front Populaire. Después, pasamos a la segunda etapa de nuestra progresión; una etapa que podemos llamar el derecho a la insatisfacción. Apareció en la década de 1970, con la legalización del aborto, y del divorcio, por supuesto. Se tiende a olvidad que el adulterio estaba prohibido por ley hasta 1975. Adquirimos así el derecho a juzgar nuestra felicidad. Y ahora estamos en la tercera etapa, quizá la más dolorosa: la de la duda permanente. Tenemos la felicidad, tenemos el derecho de no estar satisfecho de esa felicidad, por lo que se nos abre una multiplicidad de caminos. ¿Cuál debemos tomar?"

No me acordaba de este párrafo pero qué bueno me sigue pareciendo. Foenkinos, aunque no cuente grandes historias en sus libros, siempre tiene la habilidad de poner por escrito lo que los demás no nos damos cuenta que pensamos. Esa duda permanente de si seremos lo suficientemente felices.


¡Besos!

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